Desmitificando maternidades I

>> 30 mar 2018

Hay mucha huevada rosa escrita al respecto de la maternidad. Casi todas parecen sacadas de un libro rosa con flores en la portada y la cara de un bebé durmiendo con cara de angelito (o lo que socialmente identificamos con esa idea idiota).
En principio tengo que decir que claramente ponen al pibe dormido en la portada porque es el único momento de paz que una tiene.
Hablemos en serio, los pibes no te salen como los de la tele, ¿vieron? Y, claramente, una tampoco es una madre como las de la tele (y menos mal).
A ver si me explico:
He visto millones (bueno, por ahí exagero y fueron sólo miles) de programas en donde se presenta la siguiente escena: Madre alimenta al pequeño, lo lleva a su cuna, lo deja ahí y al día siguiente lo busca, el querubín suele estar despierto y sonriente, lo levanta, lo alimenta otra vez y salen a jugar al parque, ponele, o a visitar a alguien.
Ajá. 
Así no es.
Alimentás al niño en cuestión (en mi caso: niñas) y si lo llevás a la cuna inmediatamente preparate para un llanto desgarrado de media hora, así que no, primero lo hacés dormir. Te acostás al lado, lo paseás por la mitad del barrio, elija su propia aventura. Finalmente se duerme. Ok. Ahora con-sumo-cuidado lo llevás a la cuna, lo bajás despacito, despacito -no canten- a razón de 5cm cada diez minutos aprox, y le rezás a todos los dioses del Olimpo para que no se avive..., pero se aviva y otra vez el llanto porque "la cuna no son los brazos de mamá" (que se cansan, creánme). Intentás esto mismo unas diez o quince veces hasta que lográs meterlo en la puta cuna. Bien, objetivo uno: cumplido.
Claramente durante la noche el pibe se despierta unas cuantas veces y hay que repetir todo, se entiende, ¿no?
A la mañana siguiente lo primero que escuchás es llanto. ¿Y por qué llora? Porque está en la cuna y no quiere estar ahí. Te levantás, lo cambiás porque está mojado hasta el infinito y más allá (no, con agua no, ilusos) y mientras lo estás cambiando medio que vas tratando de calentar la leche porque la paciencia no es una de sus cualidades en este momento. Así que ahora está limpio y alimentado. Genial. Dura unos cinco o siete minutos más o menos, probablemente se vomite encima y, más probablemente aún, encima de una. Repetimos lo anterior again.
Ni se les ocurra salir a jugar al pastito: primero hay piedras, el pibe se cae, se golpea y una es la peor madre del universo, después hay bichos que el pibe ama comerse (supongo que por las proteínas), como también ama comerse las piedras o la tierra o lo que sea que encuentre. A todo esto son las once de la mañana, el pibe está todo sucio, tiene hambre otra vez y, también otra vez, la paciencia sigue no siendo una de sus virtudes.
Todo esto si tenés uno solito. Y como yo no sé lo que es tener uno solito medio que acorté el relato porque habría que integrar a las otras dos que también se ensucian, también tienen hambre y, por supuesto, tampoco la paciencia es una de sus virtudes.
Ni de las mía, ya que estamos.
Otra cosa idiota que leí y escuché es: "pero vos porque te gustan los niños". Las bolas. No, no me gustan. O no me gustan todos. Me gustan las mías y no todo el tiempo. A veces las quiero encerrar y tirar la llave a la mierda.
No me gustan todos los niños, de ninguna manera. A algunos los quiero agarrar a pataditas (porque no me voy a ensuciar las manos con esos engendros). Y yo entiendo que lo que no me gusta de ellos tiene que ver con su educación y que eso, justamente, no es su culpa..., ajá, sí, me chupa una fábrica de huevos. A los maleducados que se los banquen sus padres, no me obliguen a bancarmelos también.
Las mías no comienzan a comer hasta que todo el mundo tiene su plato servido, piden permiso para levantarse de la mesa, llevan sus tazas a la pileta de la cocina y su ropa sucia al canasto, juntan sus juguetes cuando terminan de jugar con ellos y un largo etc. Por supuesto se pelean, claro, y a veces no tienen ganas de juntar un soto, obvio, pero en una sala de espera se sientan a mi lado y charlamos de algo que les interese (aunque sean unicornios, claro), de ningunísima manera se ponen a correr como desaforadas por todos lados bajo pena de castigo "de por vida".
Así que no, no me gustan todos los niños. De hecho me gustan muy pocos y ni siquiera todo el tiempo. Así que, señora, si su niño es uno de esos que parece que tienen las pilas sulfatadas y no pueden parar de hacer quilombo, todo bien, es suyo, a usted le debe gustar así. A mí no. Ergo: no lo traiga a mi casa porque "mi casa, mis reglas" y seguramente a usted no le gusta que alguien más le llame la atención a "su" niñito infumable.
Otra cosa que dicen mucho cuando se enteran de que las nuestras tienen siete, seis y próximos cinco es: "qué lindo, así se crían solitas". Las pelotas de Mahoma. La verdad que no, que no se crían "solitas" un soto, o sea, a todas las crío yo, en este caso, yo y mi mujer, pero solitas, lo que se dicen solitas... eh..., no. ¡Bah!, por ahí tengo una idea errada, pero en mi imaginario el hecho de que se "críen solitas" implicaría que se alimenten solas, se vistan solas, se limpien solas y un largo etc. de cosas que deberían hacer solas (no sé, por ejemplo, vivir solas) y que, ¡hello!, no hacen porque, justamente, tienen siete, seis y próximos cinco. Así que no, señora, no se crían solitas una bosta, no diga huevadas por favor.
Otra falacia hollywoodense son los dormitorios de los niños. ¿No vieron que en las películas son siempre perfectos? Parece que un decorador acaba de pasar tipo tornado por ahí y dejó todo así como casual, pero perfecto. Yo he encontrado galletitas semi-petrificadas debajo del colchón a las que habría que hacerles el carbono 14, juguetes de esos chiquititos que pisás descalzo y te acordás de toda tu familia (y no en los mejores términos justamente) en las fundas de las almohadas y un sinfín de boludeces. Y eso que nuestras pibas son super ordenadas (también, pobres, con la madre -la otra- que les tocó), pero mepa que es medio inevitable. O sea, la más chica tiene cuatro, ¿vieron? y como que a los cuatro agarrar una lapicera y decorar la cama parece ser un re buen plan, o, no sé, dejar tu marca eterna de dulce de leche en la pared recién pintada. Esas cosas en las películas no pasan.
Otra de las idioteces más grande que escuché fue "dormir con tus hijos es lo más lindo del mundo". ¿En serio? ¿Lo más lindo del mundo? ¿No será mucho? Se ve que yo tengo otra escala de valores, dormir con las pibas me ha dejado, en síntesis, muchas contracturas porque, no sé qué onda, pero o ellas creen que tengo una cama king (que, claramente, no tengo y, aunque tuviera, igualmente no entramos!) o practican contorsionismo sonámbulo, o qué sé yo. Me he despertado con una piba encima, o con el pie de otra exactamente en mi cabeza, o la piba durmiendo de forma perpendicular a mí (por ahí le gusta la matemática y por eso no le vamos a decir nada), o me destapa, o me patea los riñones o... ufff... incontables cosas. Así que no, la verdad que no, no es lo más lindo del mundo. Excepto, maybe, en las siestas, no sé por qué en las siestas duermen como más quietas, entonces sí hacemos cucharita y dormimos, pero a la noche ni loca: a sus camas ya mismo.
En la que viene ahora medio que no tengo opinión formada porque yo no las parí, pero le pedí asesoramiento a mi mujer. Ella dice que esta es "la" idiotez, la numer one de las idioteces: "el parto fue el mejor momento de mi vida". ¿En serio? ¿El mejor momento? Mi mujer dice que la gente que dice esto claramente nunca ha estado en una playa con un daiquiri en la mano. Primero, el que te dice que no duele, miente. Lisa y llanamente. Duele como la concha (cuac) de tu madre. Es verdad que una vez que nace no te duele nada más, pero mientras tanto te la regalo. Ahora bien, ¿por qué jodida razón dicen esta huevada del "mejor momento de mi vida"? Yo creo que los (y las) que dice esto son aquellos que creen que ser madre es lo que te convierte en mujer y entonces sí, claro, en ese punto, sería el mejor momento (porque antes de ser madre eras... eh... no sé... ¿mamífero?). No sé. Ponele.
Antes decía que los pibes no nos salen como los de la tele. Eso quedó claro. Y, por supuesto, una tampoco es una de esas madres ameboides que lo único que hacen es sonreír mientras el pibe está saltando desde el sofá a la mesa gritando y revoleando algo que encontró en la calle.
¿Vieron las madres de la tele? Esas minas que siempre están impecables, sonrientes, que hacen todo bien, que no levantan ni un poquito así el tono de voz cuando hablan a sus niños y que, encima, van al gimnasio y todo.
Para mí eso tendría que estar catalogado de ciencia ficción. No existe. Lisa y llanamente. O existe si tengo un ejército de niñeras y gente que me cocine, claro. Que no tengo, obvio.
Creo que tardé algo así como dos años y medio en poder ir al baño en completa soledad. Y casi lo mismo en poder bañarme con la mampara cerrada. Tenía tres pares de ojos que se sentaban (y hablaban) a mirar cómo me bañaba.
Ni hablar de las veces que salí medio corriendo del baño mojada (y casi me mato todas las veces) porque alguna pegó un grito y resultó que era porque se le cayó el juguete y no porque la estaba raptando un alien.
El día que dije "duermen en sus camas" lloraron ininterrumpidamente desde las nueve de la noche hasta las ocho de la mañana siguiente. Mi mujer y yo nos sentamos en el living con un café y nos turnábamos para llevarlas a sus camas.
Los retos son explicados, pero no todos, a veces es "le volvés a pegar a tu hermana y te descuartizo en pequeños trozos", a veces es "porque yo lo digo y punto", a veces es "me volvés a contestar así y vas a estar castigada mientras vivas en esta casa".
Libros de pedagogía hay para llenar tres bibliotecas, en casa no hay ni uno. Total, algo para reclamar siempre van a tener y, a lo sumo, después les pago terapia.

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